miércoles, 26 de febrero de 2014

Cómo comunicar el divorcio o separación a nuestros hijos


Enfrentarse a una separación o un divorcio nunca es fácil, pero más aún cuando hay niños. Es habitual que nos encontremos en la consulta a padres que ante el planteamiento de poner fin a su relación sentimental se preguntan cómo hacerlo de la mejor manera posible, para hacer menos traumático el paso a sus hijos.

Por este motivo y dado el porcentaje creciente de separaciones y divorcios que vivimos en el panorama actual he decidido crear esta entrada en el blog, donde indico algunas pautas recomendables a la hora de comunicar y gestionar dicha situación con los menores.

  • La edad influye en el cuándo y el cómo dar la información a los pequeños.
  • Se debe buscar el momento y lugar adecuado. Dar la noticia con calma y tranquilidad, lo ideal es hacerlo los dos juntos, aclarando las dudas que puedan tener. Sed honestos ante las preguntas que os planteen.
  • Que decidáis romper el rol de pareja o matrimonio no implica que rompáis el rol de padres. Ambos debéis seguir ocupándoos de vuestros hijos.
  • Explicarles que ellos NO son responsables en absoluto de esta decisión.
  • Comunicarles, si es así, que la decisión es definitiva, no hay que mentirles ni crearles falsas expectativas.
  • Se deben explicar los cambios puntuales que van a producirse en su vida.
  • Facilita la relación de tu hijo con el otro progenitor. Sé flexible en los horarios de visitas y cede en fechas señaladas, así favorecéis a vuestro hijo manteniendo sus referentes emocionales y disminuyendo el trauma de vivir estas situaciones.
  • No es conveniente decirles que los padres se han dejado de querer, porque sería probable que piensen si eso les podrá pasar a ellos, es decir que sus papis les dejen de querer. Además de esto los más pequeños no comprenden la dimensión del amor a nivel pareja.
  • Explicarles donde va a vivir la persona que salga de la casa familiar, detallarle cómo es esa casa, matizar que aunque no viva en la misma casa, no quiere decir que no esté a su lado para protegerlo, cuidarlo, jugar. Explicarle cómo podrá ponerse en contacto con él/ella.
  • Los niños pueden sentir pena y preocuparse por cómo se va sentir la persona que se marcha del domicilio familiar. Debéis asegurarle que os va a echar de menos pero que estará bien. Aprovechar para remarcar que os vais a seguir viendo y compartiendo. Si sabéis como vais a gestionar el tiempo, es el momento perfecto para explicárselo. Mamá te va a llevar al cole pero papá te va recoger. Con mamá vas a ir natación pero papá te va a llevar siempre al fútbol (cambios en las rutinas familiares).
  • Asegurar que verá al papá o mamá con “x” frecuencia y regularidad. Lo más saludable para el niño es que lo vea con mucha frecuencia, que la figura que vive fuera de la casa familiar forme parte de la rutina del pequeño. Cumplir esta promesa, así el efecto de la separación es mucho menor.
  • Respeta la rutina de tus hijos, no la cambies, sois vosotros con vuestra nueva situación los que tenéis que adaptaros a ella.
  • Es muy importante no olvidar y que ambos tengáis claro que ser padre o madre es una función que dura toda la vida de nuestro hijo. No termina con el divorcio ni con determinadas edades de los hijos. Evidentemente un niño de meses tiene unas necesidades diferentes que un niño de 5 o de 13 años, pero tu función de progenitor sigue estando ahí. Además habrá ocasiones en las que tendréis que actuar conjuntamente.
  • Compartir preocupaciones, tareas y decisiones, tratar conjuntamente todo lo relacionado con la educación y la salud de vuestro hijo.
  • No es recomendable comunicarles los problemas que sólo nos afectan a nosotros.
  • Evitar meter a los niños dentro del conflicto.
  • No poner trabas a las visitas y a la relación con el otro progenitor.
  • Los hijos notarán nuestro estado de ánimo, volvemos a recordar la importancia de la honestidad, “mamá está triste pero pronto estará mejor. Todo irá bien”
  • Evitar usar al niño como espía.
  • Nuestro hijo no es un confidente, si necesitas hablar o desahogarte con alguien busca ayuda de un amigo neutro o de un profesional.
  • No hay que hablar nunca mal del otro. Respeta y protege las opiniones positivas que tu hijo tenga de ambos padres. Además no debemos olvidar nunca que ambos sois un ejemplo para ellos. 
  • Luchad por vuestros hijos desde el amor a ellos y no por el odio o el rencor con el otro progenitor. No olvidéis que los hijos necesitan al padre y a la madre y que ambos son únicos e irremplazables.
  • Mucho cuidado con la inclusión de nuevas personas en la vida de nuestros hijos. Antes de dar este paso debemos tener muy claro que esa persona no va a sustituir el papel de uno de los progenitores. Es importante que sepamos qué información vamos a dar a nuestros hijos sobre esta nueva persona, haber recapacitado sobre este paso, entender que para ellos implica un cambio importante que no siempre es fácil de asumir.

miércoles, 12 de febrero de 2014

Trastornos de la conducta alimentaria (III): Otros trastornos: Sobreingesta, Diabulima, Megarexia, Ortorexia, Potomanía, Drunkorexia, Vigorexia


El trastorno de sobreingesta o por atracón hace referencia a aquellas personas que no pueden controlar el consumo de alimentos; ingieren una gran cantidad de alimentos en un periodo corto de tiempo, pero posteriormente no realizan purgas tipo autoinducción del vómito para reducir los efectos del atracón. Estas personas tienen más riesgo de ser diabéticas, tener cardiopatías y enfermedades relacionadas con el sobrepeso.
Cuáles son los criterios diagnósticos del trastorno de ingesta compulsiva:
  • Episodios de voracidad caracterizados por ingerir en un periodo concreto de tiempo una cantidad de comida superior a la que la mayoría de la gente podría comer en ese tiempo y circunstancias parecidas.
  • Sentimientos de pérdida de control.
  • Marcado malestar respecto a sus atracones.
  • Los episodios de voracidad están asociados por lo menos a tres de las condiciones siguientes:
                    - Comer mucho más rápido de lo normal.
                    - Comer hasta sentirse desagradablemente lleno.
                    - Comer mucho a pesar de no sentirse hambriento.
                    - Comer solo porque le avergüenza cuando come.
                    - Sentirse a disgusto, deprimido o muy culpabilizado después de comer.
                    - El trastorno no aparece durante anorexia o bulimia nerviosa.
Son diversos los síntomas que pueden ayudarnos a identificar este trastorno:
  • Sentimiento de falta de control sobre la ingesta.
  • Nerviosismo.
  • Aumento de la ansiedad ante la comida en situaciones controladas.
  • Observar los carros de la compra y la duración de determinados alimentos.

Hablamos del trastorno de conducta no especificado cuando la persona presenta varias características patológicas pero no se dan todas. Los siguientes casos no son siempre estrictamente alimentarios, ya que pueden deberse o estar enmarcados en otras clasificaciones a su vez.
Otro trastorno con base común a la bulimia es la diabulimia, se trata de enfermos diabéticos tipo I, que reducen o eliminan las dosis de insulina para bajar el peso. Estas personas al no administrase la insulina,  provocan que el azúcar quede en la sangre sin metabolizarse generando complicaciones  de la diabetes, llegando a  producirse desnutrición y bajada de peso. Este trastorno puede llegar a producir la muerte.
Son diversos los síntomas que pueden ayudarnos a identificar este trastorno:
  • Inexplicables pérdidas o aumentos de peso.
  • Distorsión de la imagen corporal y miedo a aumentar de peso.
  • Aislamiento social.
  • Evitar los festejos con comida.
  • Amenorrea.
  • Disconforme a inyectarse insulina delante de otras personas.
  • Preocupación excesiva por la imagen corporal y la alimentación. 
  •  Daños en el riñón.
  • Daños en la retina.
  • Pie de diabético.

La Megarexia, también conocida como el trastorno opuesto a la anorexia, hace referencia a un desorden del comportamiento alimentario consistente en que la persona presenta un nivel de obesidad (con sobrepeso u obesidad) pero no es capaz de verlo y asumirlo. Una consecuencia directa de la distorsión de su propia imagen es el aumento de peso y la malnutrición. Suelen considerar que el exceso de peso es sinónimo de fuerza y vitalidad.
Es posible que personas con sobrepeso sean megaréxicos no diagnosticados, aumentando la probabilidad de ser obesos si no trabajan en su problema y crean hábitos de vida saludable.
Son diversos los síntomas que pueden ayudarnos a identificar este trastorno:
  • Tener obesidad y no aceptarlo.
  • No considerar que su peso es un problema de salud.
  • Malnutrición.

La ortorexia hace referencia al comportamiento obsesivo por la alimentación sana, llegando a entrañar problemas para la salud. La ortorexia se define como la obsesión patológica por consumir sólo comida de cierto tipo: orgánica, vegetal, sin conservantes, sin grasas, sin carnes, o sólo frutas, o sólo alimentos crudos. La forma de preparación, y los utensilios empleados también son parte del ritual obsesivo. Los pacientes suelen ser tan estrictos que incluso se sienten culpables cuando lo incumplen y se castigan con dietas y ayunos aún más rígidos.
 Son diversos los síntomas que pueden ayudarnos a identificar:
  • Obsesión por comer alimentos sanos (naturales). 
  • Excluir de la alimentación carne, grasas y alimentos tratados con herbicidas o pesticidas.
  • Pueden presentar carencias nutricionales.
  • Nunca se saltan su dieta, ni siquiera en ocasiones especiales.

 Las personas que han sufrido anorexia tienen predisposición a padecer ortorexia. 

"Todos nos preocupamos por comer alimentos sanos, pero cuando ese comportamiento normal pasa a convertirse en una obsesión que entrañe peligros para la salud ya pasa a calificarse como ortorexia" Zamarrón.


La potomanía o polidipsia psicogénica es un trastorno alimentario caracterizado por el deseo de beber grandes cantidades de líquido, generalmente agua, de manera compulsiva y sin que exista una sensación previa de sed, proporcionando a la persona una sensación placentera.
Beber más de dos o tres litros de agua diarios deja de ser beneficioso para el organismo y resulta nocivo para la salud, las personas diagnosticadas de potomanía pueden llegar a ingerir incluso 8 litros o más.

La Drunkorexia consiste en dejar de comer para poder beber alcohol sin que se pueda subir de peso. Esta enfermedad mezcla la anorexia y el alcoholismo, la persona reemplaza los alimentos por bebidas alcohólicas. Se une por tanto la obsesión por estar delgado con la aceptación social del consumo de alcohol.

Son diversos los síntomas que pueden ayudarnos a identificar:

·         Carácter agresivo.
·         Evitar los festejos con comida.
·         Bajada de peso importante en poco tiempo.
·         Obsesión con el peso.
·         Deterioro físico.
·         Necesidad del consumo de alcohol para relajarse, divertirse.

La vigorexia también llamada dismorfia muscular es un trastorno caracterizado por la constante preocupación por parecer demasiado pequeños y débiles, se obsesionan con sus imperfecciones, y distorsionan su propia imagen corporal.

Son diversos los síntomas que pueden ayudarnos a identificar:

  • Mirarse constantemente en el espejo.
  • Sentirse enclenques.
  • Invertir todas las horas posibles en hacer deportes para aumentar la musculatura.
  • Pesarse varias veces al día.
  • Hacer comparaciones con otras personas que hacen culturismo.
  • Sentimiento de fracaso.
  •  Abandonar sus actividades por acudir al gimnasio o hacer deporte.
  • Dietas bajas en grasas y ricas en hidratos de carbono y proteínas.
  • Uso de sustancias como hormonas y anabolizantes esteroides.


Todos los trastornos de la conducta alimentaria tienen tratamiento y deben ser tratados de manera multidisciplinar, ya que se ven alteradas tanto las dimensiones físicas como las psicológicas. Por tanto todas deben de ser tratadas para la correcta evolución. El tratamiento debe realizarse no sólo con el paciente sino también con la familia enseñándoles a gestionar sus emociones y educándoles en lo que es una alimentación adecuada y sus pautas.

martes, 4 de febrero de 2014

Trastornos de la conducta alimentaria (II): Anorexia y Bulimia

La anorexia es un trastorno grave de la conducta alimentaria que se caracteriza por peso inferior al que se debe esperar para estar en una situación saludable (acorde a la edad, altura, sexo). El peso se pierde a través de dietas estrictas, ayunos voluntarios o reducción extrema de ingesta de comida, incluso ejercicio físico excesivo. En la anorexia aparece también el uso de vómito autoinducido.
Son diversos los síntomas que pueden ayudarnos a identificar este trastorno:
  • Adelgazar mucho y sentirse gord@s.
  • Pesar los alimentos, controlar las calorías.
  • Pesarse de manera habitual para controlar su peso.
  • Comer solo determinados alimentos, tener alimentos prohibidos.
  • Hacer ejercicio en exceso.
  • Deprimirse, sentirse sin energía y sentir frío con frecuencia.
  • Amenorrea en mujeres (ausencia de la menstruación).
  • Aislamiento social.
  • Evitar los festejos con comida.
  • Anemia.
  • Manos frías y pies fríos.
  • Fragilidad ósea, de uñas y caída de cabello.
  • Mareos.
  • Lanugo (aparición de pelo suave en la piel, preferentemente en mejillas, espalda, antebrazo y muslo).
  • Sequedad en la piel.
  • Bradicardia (pulso en reposo de 60 o menos).
  • Pigmentación amarillenta de la piel en la planta de las manos y la planta de los pies.
  • Vómitos.
  • Periodo de hiperactividad.
  • Dificultad para la concentración.

Cuáles son los principales criterios diagnósticos de la anorexia nerviosa:
  • Miedo intenso a engordar que no disminuye con la pérdida de peso.
  • Alteración de la percepción de la imagen corporal: peso, configuración y dimensiones corporales.
  • Negativa a mantener el peso por encima del mínimo normal saludable (acorde a la edad, altura, sexo).
  • Ausencia de enfermedades que justifiquen la pérdida de peso.

Además podemos encontrar distintos subtipos:
  • subtipo bulímico: presenta episodios recurrentes de sobreingesta.
  • subtipo restrictivo: no presenta episodios recurrentes de sobreingesta.


La bulimia es otro trastorno de la conducta alimentaria en el que se presentan frecuentes episodios de voracidad, seguidos de vómitos autoinducidos y en algunas ocasiones se puede recurrir para la purga a la ingesta de laxantes o diuréticos, o al ejercicio físico excesivo para prevenir el aumento de peso. Los afectados suelen sentir que no pueden dejar de comer y solo lo hacen cuando están demasiado llenos como para seguir comiendo. Suele pasar desapercibida durante mucho tiempo, ya que es una conducta que se hace de manera oculta y la pérdida de peso no es tan acusada. Es importante matizar que ésta sobreingesta es subjetiva en algunos casos, dependiendo de la persona y de lo que considera alimentos prohibidos.
Son diversos los síntomas que pueden ayudarnos a identificar este trastorno:
  • Distorsión de la imagen corporal y miedo a aumentar de peso.
  • Comer alimentos dietéticos o con bajo aporte calórico (excepto en los atracones).
  • Aislamiento social.
  • Evitar los festejos con comida.
  • Exceso de ejercicio.
  • Daño en el estómago, los riñones y deterioro de los dientes.
  • Ausencia de la menstruación.
  • Pérdida de potasio.
  • Sudor de pies y manos.
  • Excusas para ir al baño  después de comer.
  • Comprar habitualmente laxantes, diuréticos.
  • Dolor de estomago.
  • Marcas o heridas en las manos.
  • Cansancio.

Cuáles son los principales criterios diagnósticos de la bulimia nerviosa:
  • Episodios recurrentes de sobreingesta, es decir comer en un periodo discreto de tiempo una cantidad de comida superior a la que la mayoría de la gente podría comer en ese tiempo y/o circunstancias parecidas; acompañado de sentimiento de falta de control durante ese episodio.
  • Conductas recurrentes inadecuadas para compensar y prevenir el aumento de peso como vómitos autoinducidos, abuso de laxantes diuréticos, otros medicamentos, ayunos o ejercicio excesivo.
  • La autoestima está excesivamente influida por la imagen corporal y el peso.

Además podemos encontrar distintos subtipos:
  • Purgativo: autoinducción del vómito y/o abuso de laxantes o diuréticos para prevenir el aumento de peso.
  • No purgativo: para prevenir el aumento de peso tras los atracones se utiliza el ejercicio extenuante o los ayunos.

Si bien la anorexia y la bulimia son muy similares, las personas anoréxicas suelen tener un peso inferior al normal. Por el contrario, las personas bulímicas pueden tener un peso normal o incluso obesidad. Ambos trastornos son muy peligrosos y provocan alteraciones y déficit, llegando en algunos casos incluso a la muerte.