martes, 9 de diciembre de 2014

Cómo gestionar las navidades



Los anuncios nos indican que la Navidad es una época de felicidad y alegría, pero ¿es esto real para todo el mundo?

Los datos nos demuestran que en un porcentaje elevado de la población se desencadenan lo que los psicólogos denominamos alteraciones del estado de ánimo: tristeza, nostalgia, ansiedad, miedo, estrés, melancolía, depresión, etc. Es más, los encuentros familiares o con amigos en muchos casos se convierten en desencuentros y conflictos.

Para aprender a gestionar mejor estas situaciones desde RH Psicólogos os facilitamos las siguientes pautas:
  • No proyectes ni idealices sobre estas fechas. Intenta mantener una visión realista. Permítete conocer y descubrir.
  • Las navidades como todo tendrán la importancia que tú le quieras dar.
  • Se tú mismo y vive la Navidad acorde a tus ideales y  necesidades, y no acorde a lo que la sociedad marca.
  • Valora lo que tienes y busca su lado positivo.
  • Disfruta del tiempo libre que ofrecen estas festividades, descansa, comparte tiempo con amigos, conoce gente nueva, en definitiva haz aquello que te gusta y que normalmente por falta de tiempo no podemos hacer.
  • Mantén un día a día organizado. Planifica lo que vas hacer, cómo y cuándo. Si lo necesitas pide ayuda, no te sobrecargues, así podrás disfrutar más de actividades en compañía y estarás más descansado.
  • Recuerda que no es obligatorio acudir a todos los compromisos que surgen en estas fechas. Eres libre de decidir cómo utilizar tu tiempo y los demás también. Esto incluye también a tu pareja, no es necesario que lo hagáis todo juntos, respetad los deseos de cada uno y pactar.
  • No te compares ni lamentes por lo que no tienes.
  • Disfruta de cada momento como único e irrepetible, no digas que algo no va a ser suficientemente bueno de antemano.
  • Si en estas fechas vas a compartir tiempo con personas con las que sueles tener conflictos, ponte límites, negocia y comunícate. Recuerda que todos tenemos cualidades positivas, céntrate en ellas y evita generar conflictos innecesarios.
  • Reconoce y gestiona tus emociones / sentimientos.
  • Debes saber que tus actos y palabras tienen efecto sobre ti y los demás.
  • Si la Navidad es para ti un recuerdo negativo o supone un futuro desagradable, aprovecha este momento para aprender y desarrollar nuevos recursos que te hagan gestionar mejor estas fechas.
  • Haz que los recuerdos de las personas que faltan se conviertan en algo agradable.


No obstante si esta situación se te hace muy cuesta arriba no dudes en ponerte en contacto con nosotros, en RH Psicólogos podemos ayudarte.

jueves, 13 de noviembre de 2014

SUICIDIO Y COMPORTAMIENTO SUICIDA


Mucha gente se preguntará el por qué de este tema tan tabú para unos, sensacionalista para otros y sin duda alguna desagradable y triste para la mayoría. El motivo es que la realidad es que:
  • Al día se producen  de 9 a 10 suicidios.
  • Muere más gente por suicidio que por accidentes de tráfico.
  • Los ancianos corresponden al grupo de riesgo más elevado.
  • Hay una incidencia muy alta relacionada con la depresión y los problemas de consumo alcohólico.

Por éste motivo, desde RH Psicólogos consideramos vital la psicoeducación, y la concienciación, porque gracias a ella no sólo comprenderemos mejor a las familias o personas que la sufren sino que también nos podrá, quizás, ayudar a dar la voz de alarma.

Lo primero que debemos es diferenciar ambos términos, ya que el suicidio es al acto de quitarse la vida deliberadamente; y el comportamiento suicida abarca cualquier acción que puede llevar a una persona a morir, aunque a veces no llegue a término.

La mayoría de las personas que presentan un comportamiento suicida están buscando un alivio, un descanso; se sienten avergonzados, culpables o una carga para los demás (muy habitual en ancianos); en otras ocasiones se consideran rechazados, perdidos o en soledad (rupturas sentimentales, pérdidas de puesto de trabajo). Por lo general cuando una persona genera un comportamiento suicida, no se quiere matar lo que quiere es dejar de sufrir.

El comportamiento suicida está formado por distintas fases:
  • F. de consideración.
  • F. de ambivalencia.
  • F. de decisión.

Las personas que presentan los siguientes trastornos suelen ser más propensas a poder desarrollar una conducta suicida:

Causas o factores precipitantes en un porcentaje elevado de los casos:
  • El envejecimiento (los ancianos tienen la tasa más alta de suicidio).
  • La muerte de un ser querido.
  • Un trauma emocional (discusión con un amigo, ruptura sentimental).
  • La dependencia de las drogas o del alcohol.
  • El desempleo o los problemas financieros.
  • Problemas legales.
  • Enfermedades físicas graves.
  • Limitadas estrategias para resolver conflictos.
  • Intento previo.
  • Aislamiento social.
 
Aunque no siempre, antes del intento de suicidio se pueden dar algunas señales de alarma, el síndrome presuicida:
  • Regalar las pertenencias.
  • Hablar sobre marcharse.
  • Necesidad de “dejar todos mis asuntos en orden”.
  • Cambio repentino en el comportamiento.
  • Pérdida de interés en actividades que antes disfrutaba.
  • Gestión disfuncional de la ansiedad (evitación o empleo de distintas sustancias para sobrellevarlo).
  • Comportamientos autodestructivos.
  • Hablar acerca de la muerte o el suicidio.
  • Mostrar intención de hacerse daño.
  • Sentimientos de culpabilidad, desesperación, derrota y falta de escape.
  • Retraimiento de sentimientos y del intelecto.


Algo importante es romper mitos como los siguientes:
  • El que lo dice no lo hace → Hay gente que avisa y da muestras de sus intenciones.
  • Los niños no se suicidan → Sí lo hacen.
  • No le puedes convencer→ No se trata de convencer, una intervención temprana ayuda en gran parte de los casos.
  • Por preguntar va a cometerlo → Falso, es más, el apoyo social percibido es muy importante.
  • Mujeres y adolescentes lo hacen por llamar la atención → Las personas se suicidan por el sufrimiento que sienten, no por llamar la atención. De hecho cuando se produce un intento y éste no es conseguido para ellos esto suele ser lo peor.
  • Las personas que se suicidan siempre tienen un trastorno mental grave → Hay personas que se suicidan que carecen de ellos.


En definitiva quien quiere hacerlo lo hace, la diferencia por tanto estriba en el resultado del comportamiento suicida.

Si crees que alguien de tu entorno tiene probabilidades de suicidarse no lo dudes, pide ayuda, cualquier amenaza de suicidio hay que tenerla en cuenta, un porcentaje muy elevado disminuye el riesgo de suicidarse con la intervención temprana.

viernes, 30 de mayo de 2014

Ataque de pánico, crisis de ansiedad. Qué es y qué hacer cuando aparece



Miedo, pánico, son sistemas de defensa del cuerpo que nos pueden salvar la vida cuando estamos en peligro. Son sistemas de alarma que hacen que reaccionemos para salvarnos si al caminar por la calle nos encontramos un toro. Pero qué pasa cuando experimentamos esas sensaciones en el trabajo, en casa o en medio de una cena de amigos.

Los ataques de pánico o ansiedad son episodios de temor intenso acompañado de síntomas físicos cuando no existe una amenaza real que nos esté atacando. Estos ataques son inesperados y repetitivos, a veces incluso se pueden dar varias veces al día. La vivencia que se experimenta es muy desagradable llegando a generar, en una proporción muy elevada, el miedo a que se repita, lo que hace que aumente la predisposición a sufrirlo de nuevo cada vez que un estímulo relacionado con dicha situación sea experimentado.

En las crisis de pánico se interrelacionan continuamente tres factores: pensamientos, emociones y comportamiento.

Síntomas de crisis de ansiedad o ataque de pánico:
  • Mareos, vértigos.
  • Adormecimiento de extremidades.
  • Rubor.
  • Sudor y/o escalofrío.
  • Dificultad para respirar.
  • Taquicardia, dolor en el pecho o pinchazos.
  • Miedo a morirse o perder el control o volverse loco.
  • Sensación de irrealidad.
  • Despersonalización.


Pero cómo sé si yo sufro este tipo de crisis. Aunque desde RH Psicólogos siempre te recomendamos que acudas a un profesional que te pueda diagnosticar y aclarar qué es lo que te está ocurriendo y por qué, vamos a darte una visión general para poder acercarte ésta situación y ayudar a comprender mejor a quienes lo sufren.

Tras estar expuesto a un estímulo, ya sea pensamiento o emoción o comportamiento generado por cualquiera de nuestros sentidos (sonido, olor, etc.) empiezas a experimentar que algo malo te va suceder, encendiendo de esta manera la alarma de peligro y generando algunos de los síntomas que antes hemos enumerado. Este ataque se puede superar de diversas formas con sus respectivas consecuencias:

- Si buscamos un escape o salida como salvavidas (que me abrace mi marido, meterme en la cama con la puerta de la habitación cerrada) vamos hacer que en el momento que salgamos de esa zona de confort vuelva aparecer antes o después el ataque.

- Centrarnos en el síntoma; esto puede ser a través de medicación y/o terapia. Si recurrimos a la toma de un tranquilizante conseguiremos un alivio rápido, pero esta respuesta tampoco evitará que se dé un ataque futuro. No obstante y a pesar de este contrapunto, la información, gestión y control de la sintomatología a nivel psicológico es lo primero a tratar en nuestra terapia. La información apropiada es esencial, el sujeto debe saber qué es y cómo se origina.

Estás dos alternativas expuestas hasta ahora hacen que consigamos un bienestar momentáneo, pero qué pasa cuando terminamos con esa medicación*, o tenemos que soltar nuestro salvavidas.

- Esto último nos hace considerar que es necesario añadir la búsqueda de  la causa del problema en lugar de centrarnos en exclusiva en su sintomatología. Buscar sus anclajes y trabajarlos.

Qué debemos hacer cuando aparece un ataque de ansiedad:
  • Identifica los síntomas que estás teniendo y pon nombre a lo que está ocurriendo. Es decir tengo una crisis de ansiedad, y esto me genera estos síntomas (respiración rápida y superficial, sudoración, adormecimiento de las extremidades, presión en el pecho, etc.), pero estas sensaciones no son más que una exageración de reacciones corporales normales ante situaciones de miedo o estrés.
  • Acepta que éstas sensaciones son sólo desagradables pero no añadas pensamientos sobre qué creo que podrá ocurrir. Si dejas de añadir pensamientos angustiosos esas sensaciones empezaran a desaparecer.
  • Espera y da tiempo a que el miedo disminuya o desaparezca. Ten paciencia.
  • Valora los progresos que has realizado desde que comenzó la crisis.
  • Cuando te sientas mejor, comienza tu camino de manera tranquila y relajada.

No debemos olvidar que la ansiedad es algo que padece un porcentaje elevado de la población y que se puede superar. Si estás pasando por ello, pide ayuda a un profesional.

En RH psicólogos estamos de acuerdo en el tratamiento con psicofármacos, siempre recetados por un médico,  ya que en algunos casos son necesarios para llegar al equilibrio emocional que nos permitirá trabajar a nivel psicológico.

miércoles, 23 de abril de 2014

La hipocondría, un trastorno somatomorfo



Todos hemos oído o incluso utilizado alguna vez el termino hipocondría: “uf, si yo te contara mi tío es hipocondriaco” pero, ¿tenemos claro a qué síntomas hace referencia está palabra?
  • Síntomas físicos, desproporcionados y sin base orgánica.
  • Miedo a la enfermedad o convicción de padecerla.
  • Preocupación por el cuerpo (obsesión con los síntomas, sensaciones corporales, etc.).
  • Insistente búsqueda de opiniones médicas o expertas (médicos, internet, grupos especializados).
  • Insatisfacción del apoyo médico (desconfianza, es habitual que éstas personas piensen que el médico ha equivocado el diagnostico, que no es profesional, que su enfermedad no es diagnosticable).
  • Afectación significativa en el ámbito social, laboral y familiar.

La hipocondría consiste en una preocupación excesiva y ansiosa por la propia salud, que interfiere de forma significativa en la vida socio laboral de la persona que la sufre y se basa en una mala interpretación de los signos y sensaciones corporales (Avia,1993)

Debemos acudir a un psicólogo, en busca de orientación profesional:
  • Cuando la preocupación afecta al funcionamiento general del individuo.
  • Se muestren conductas desadaptativas.
  • Se dan conductas que interfieren con su normal funcionamiento.

La realidad nos indica que la sintomatología no es fingida, no se produce de forma intencionada ni acompaña a un suceso determinado como podría ser un ataque de ansiedad.
Las personas que sufren hipocondría  pueden presentar nosofilia, es decir están continuamente sumidos en su sufrimiento, centrado en sus males y se oponen a solucionar dichos males.
Uno de los problemas para diagnosticar este trastorno es que las personas que lo sufren no acuden al psicólogo sino al médico, por tanto debería ser él quien lo derive, ya que ante la afirmación del médico comunicándole que puede sufrir hipocondría el paciente tiende a pensar que el médico no sabe o no le quiere ayudar.

¿Cuándo deberíamos acudir al psicólogo? Cuando esta conducta se convierte en un problema porque la preocupación o el miedo llega a niveles que afectan al funcionamiento general de la persona, incluso llegando a generarse conductas desadaptativas.

Es importante no confundir hipocondría con nosofobia o fobia a las enfermedades, y dementrofobia o fobia a los trastornos mentales. La principal diferencia es que en la primera el sujeto está convencido de padecer una enfermedad y en la nosofobia lo que se manifiesta es miedo a llegar a padecerla.

lunes, 31 de marzo de 2014

Rabia, ira, furia ¿las controlas o te controlan ellas?


Rabia, ira, enfado, furia son sentimientos que alguna vez todos hemos sentido, pero la pregunta es ¿tú controlas estos sentimientos o ellos te controlan a ti?

La falta de autocontrol puede traernos diversas consecuencias en nuestra vida en distintos ámbitos: laboral, familiar, afectivo, amistoso, incluso en nuestra salud física y psicológica, deteriorando en consecuencia nuestra calidad de vida.

Lo primero que debemos saber es que la ira es una respuesta normal del ser humano cuando se siente amenazado. Se trata de un estado emocional de intensidad variable que como cualquier otra emoción, está acompañada de cambios psicológicos y biológicos. La ira puede ser provocada por distintos estímulos ya sean externos o internos. Además algo que no debemos olvidar es que la ira no la podemos eliminar de nuestra vida, pero si podemos aprender a controlarla. Por este motivo es importante descubrir qué es lo que desencadena tu ira y luego desarrollar estrategias para evitar que esos factores o estímulos desencadenantes te hagan perder el control. Por este motivo te vamos a dar algunas pautas que te ayudaran a controlarla:
  
Piensa y reflexiona ¿Por qué te pones tan irascible?

Expresa tus emociones de una manera saludable, controlada y constructiva. Evita las explosiones agresivas e incontroladas.

No acumules la ira, gestiónala, respira profunda y pausadamente y realiza técnicas de relajación si conoces alguna (si no, sería interesante que acudieras a algún psicólogo para que te pueda enseñar diferentes técnicas y descubrir cuál es la más adecuada a ti y a tus respuestas). Cuando estés más tranquilo, date tiempo para pensar, toma distancia si es necesario, hablar de ello en muchos casos te ayudará. Se trata de que encuentres el motivo de tu rabia, a veces al tomar distancia descubrimos que el motivo real de tu enfado no ha sido ese estímulo, sino otro o incluso un cúmulo de circunstancias, relacionadas o no con este asunto.

Expresa la emoción sin dejar que ésta te domine: piensa lo que vas a decir; habla despacio sin prisa, busca el momento adecuado para comunicar (por ejemplo posiblemente  el descanso de 5 minutos entre cambio de clases no sea el más adecuado); expresa cómo te sientes, qué quieres y da alternativas para conseguirlo; mantén la calma y escucha al otro, te ayudará a comprender mejor la situación, a tener un visión empática del conflicto.  No seas violento con tus respuestas, ni sarcástico o irónico, lucha por un estilo empático-asertivo. Llega a una conclusión, no es necesario que sea inmediatamente, date el tiempo que necesites. Además es importante saber expresar nuestras necesidades con calma y  respetando a los demás. No olvidemos que el otro no tiene una bola de cristal para saber qué necesitamos, queremos o deseamos. Si quieres o necesitas algo pídelo con respeto aceptando que el otro podrá satisfacernos o no. Después escucha la respuesta y motivos del otro. Expresar los sentimientos de rabia con firmeza pero sin agresividad es la manera más sana de expresar el enfado. Deja claro cuáles son tus necesidades y cómo realizarlas sin lastimar a otros. Ser firme no significa ser prepotente ni exigente; significa respetarse a sí mismo y a los demás.
  
Piensa en tus patrones de conducta, es habitual este tipo de respuestas en ti; si la respuesta  es sí, busca desde cuando se produce ésto, con qué o quién suele estar relacionado, conoces a otras personas que expresen su ira de manera distinta, obsérvales, cambia tus modelos.

Busca alternativas a las situaciones que te generan ira, si has identificado el estímulo o situación que te produce una respuesta habitual de rabia desmesurada, plantéate si hay alternativas. Es necesario quedar con esa persona, es necesario ir a trabajar en coche y sufrir el atasco mañanero, etc.

Si aquello que te genera rabia no se puede cambiar o modificar, acéptalo y asúmelo, no es necesario que te recrees con esa situación, esto sólo hará que tu malestar aumente, recuerda que el objetivo es que esa rabia se calme.

Cuando recibimos críticas es bastante habitual sentirse ofendido aumentando nuestra ira, desconectando del mensaje del emisor y generando automáticamente una defensa. En lugar de esto, mantén la calma, y escucha hasta el final, comprendiendo el mensaje completo y valorando la información que nos están dando.

Si es nuestro entorno inmediato el que nos causa irritación y furia, llegando a sentir que vives encerrado en una trampa, busca alternativas, marca límites, y ten tiempo libre programado.

Es tan peligroso quien muestra su ira a través de insultos, gritos, pérdida de control como el que se retrae socialmente, se obsesiona o se culpabiliza paralizándose.

Busca ayuda de un psicólogo si ves que es una conducta que se repite y te genera malestar. No debes olvidar que el efecto de la ira no es sólo psicológico sino también físico, un claro ejemplo de ello es que los ataques de ira multiplican por 4 la probabilidad de sufrir un infarto. Recuerda que lo importante es asumir la responsabilidad de tus  reacciones y emplear conductas adecuadas como conductas de afrontamientos, relajación, restructuración cognitiva, pensamiento socrático, resolución de conflictos y mejorar las habilidades de comunicación. Un profesional puede enseñarte estas habilidades.


No obstante te recomendamos unas pautas generales que te ayudaran a disminuir los sentimientos de ira. Se trata de pequeños cambios en nuestro estilo de vida:
  • Haz ejercicios de relajación para controlar las situaciones de ira y gestionarlas de manera sana. Un taller de relajación en centros de psicología, yoga, meditación, Pilates, etc. puede ser alguna de las alternativas donde aprender esta habilidad.
  • Practica de manera habitual ejercicio físico, esto te ayudara a liberar tensiones y alejarte de ellas.
  • Entrena tu capacidad para expresar emociones y sentimientos. Como todo aquello a lo que no estamos acostumbrados, es interesante practicar para mejorar el resultado.
  • Busca tiempo libre para realizar aquellas actividades que te gustan, relajarte y desconectar.
  • Elimina el consumo de drogas y controla tu ingestión de alcohol.



miércoles, 26 de febrero de 2014

Cómo comunicar el divorcio o separación a nuestros hijos


Enfrentarse a una separación o un divorcio nunca es fácil, pero más aún cuando hay niños. Es habitual que nos encontremos en la consulta a padres que ante el planteamiento de poner fin a su relación sentimental se preguntan cómo hacerlo de la mejor manera posible, para hacer menos traumático el paso a sus hijos.

Por este motivo y dado el porcentaje creciente de separaciones y divorcios que vivimos en el panorama actual he decidido crear esta entrada en el blog, donde indico algunas pautas recomendables a la hora de comunicar y gestionar dicha situación con los menores.

  • La edad influye en el cuándo y el cómo dar la información a los pequeños.
  • Se debe buscar el momento y lugar adecuado. Dar la noticia con calma y tranquilidad, lo ideal es hacerlo los dos juntos, aclarando las dudas que puedan tener. Sed honestos ante las preguntas que os planteen.
  • Que decidáis romper el rol de pareja o matrimonio no implica que rompáis el rol de padres. Ambos debéis seguir ocupándoos de vuestros hijos.
  • Explicarles que ellos NO son responsables en absoluto de esta decisión.
  • Comunicarles, si es así, que la decisión es definitiva, no hay que mentirles ni crearles falsas expectativas.
  • Se deben explicar los cambios puntuales que van a producirse en su vida.
  • Facilita la relación de tu hijo con el otro progenitor. Sé flexible en los horarios de visitas y cede en fechas señaladas, así favorecéis a vuestro hijo manteniendo sus referentes emocionales y disminuyendo el trauma de vivir estas situaciones.
  • No es conveniente decirles que los padres se han dejado de querer, porque sería probable que piensen si eso les podrá pasar a ellos, es decir que sus papis les dejen de querer. Además de esto los más pequeños no comprenden la dimensión del amor a nivel pareja.
  • Explicarles donde va a vivir la persona que salga de la casa familiar, detallarle cómo es esa casa, matizar que aunque no viva en la misma casa, no quiere decir que no esté a su lado para protegerlo, cuidarlo, jugar. Explicarle cómo podrá ponerse en contacto con él/ella.
  • Los niños pueden sentir pena y preocuparse por cómo se va sentir la persona que se marcha del domicilio familiar. Debéis asegurarle que os va a echar de menos pero que estará bien. Aprovechar para remarcar que os vais a seguir viendo y compartiendo. Si sabéis como vais a gestionar el tiempo, es el momento perfecto para explicárselo. Mamá te va a llevar al cole pero papá te va recoger. Con mamá vas a ir natación pero papá te va a llevar siempre al fútbol (cambios en las rutinas familiares).
  • Asegurar que verá al papá o mamá con “x” frecuencia y regularidad. Lo más saludable para el niño es que lo vea con mucha frecuencia, que la figura que vive fuera de la casa familiar forme parte de la rutina del pequeño. Cumplir esta promesa, así el efecto de la separación es mucho menor.
  • Respeta la rutina de tus hijos, no la cambies, sois vosotros con vuestra nueva situación los que tenéis que adaptaros a ella.
  • Es muy importante no olvidar y que ambos tengáis claro que ser padre o madre es una función que dura toda la vida de nuestro hijo. No termina con el divorcio ni con determinadas edades de los hijos. Evidentemente un niño de meses tiene unas necesidades diferentes que un niño de 5 o de 13 años, pero tu función de progenitor sigue estando ahí. Además habrá ocasiones en las que tendréis que actuar conjuntamente.
  • Compartir preocupaciones, tareas y decisiones, tratar conjuntamente todo lo relacionado con la educación y la salud de vuestro hijo.
  • No es recomendable comunicarles los problemas que sólo nos afectan a nosotros.
  • Evitar meter a los niños dentro del conflicto.
  • No poner trabas a las visitas y a la relación con el otro progenitor.
  • Los hijos notarán nuestro estado de ánimo, volvemos a recordar la importancia de la honestidad, “mamá está triste pero pronto estará mejor. Todo irá bien”
  • Evitar usar al niño como espía.
  • Nuestro hijo no es un confidente, si necesitas hablar o desahogarte con alguien busca ayuda de un amigo neutro o de un profesional.
  • No hay que hablar nunca mal del otro. Respeta y protege las opiniones positivas que tu hijo tenga de ambos padres. Además no debemos olvidar nunca que ambos sois un ejemplo para ellos. 
  • Luchad por vuestros hijos desde el amor a ellos y no por el odio o el rencor con el otro progenitor. No olvidéis que los hijos necesitan al padre y a la madre y que ambos son únicos e irremplazables.
  • Mucho cuidado con la inclusión de nuevas personas en la vida de nuestros hijos. Antes de dar este paso debemos tener muy claro que esa persona no va a sustituir el papel de uno de los progenitores. Es importante que sepamos qué información vamos a dar a nuestros hijos sobre esta nueva persona, haber recapacitado sobre este paso, entender que para ellos implica un cambio importante que no siempre es fácil de asumir.

miércoles, 12 de febrero de 2014

Trastornos de la conducta alimentaria (III): Otros trastornos: Sobreingesta, Diabulima, Megarexia, Ortorexia, Potomanía, Drunkorexia, Vigorexia


El trastorno de sobreingesta o por atracón hace referencia a aquellas personas que no pueden controlar el consumo de alimentos; ingieren una gran cantidad de alimentos en un periodo corto de tiempo, pero posteriormente no realizan purgas tipo autoinducción del vómito para reducir los efectos del atracón. Estas personas tienen más riesgo de ser diabéticas, tener cardiopatías y enfermedades relacionadas con el sobrepeso.
Cuáles son los criterios diagnósticos del trastorno de ingesta compulsiva:
  • Episodios de voracidad caracterizados por ingerir en un periodo concreto de tiempo una cantidad de comida superior a la que la mayoría de la gente podría comer en ese tiempo y circunstancias parecidas.
  • Sentimientos de pérdida de control.
  • Marcado malestar respecto a sus atracones.
  • Los episodios de voracidad están asociados por lo menos a tres de las condiciones siguientes:
                    - Comer mucho más rápido de lo normal.
                    - Comer hasta sentirse desagradablemente lleno.
                    - Comer mucho a pesar de no sentirse hambriento.
                    - Comer solo porque le avergüenza cuando come.
                    - Sentirse a disgusto, deprimido o muy culpabilizado después de comer.
                    - El trastorno no aparece durante anorexia o bulimia nerviosa.
Son diversos los síntomas que pueden ayudarnos a identificar este trastorno:
  • Sentimiento de falta de control sobre la ingesta.
  • Nerviosismo.
  • Aumento de la ansiedad ante la comida en situaciones controladas.
  • Observar los carros de la compra y la duración de determinados alimentos.

Hablamos del trastorno de conducta no especificado cuando la persona presenta varias características patológicas pero no se dan todas. Los siguientes casos no son siempre estrictamente alimentarios, ya que pueden deberse o estar enmarcados en otras clasificaciones a su vez.
Otro trastorno con base común a la bulimia es la diabulimia, se trata de enfermos diabéticos tipo I, que reducen o eliminan las dosis de insulina para bajar el peso. Estas personas al no administrase la insulina,  provocan que el azúcar quede en la sangre sin metabolizarse generando complicaciones  de la diabetes, llegando a  producirse desnutrición y bajada de peso. Este trastorno puede llegar a producir la muerte.
Son diversos los síntomas que pueden ayudarnos a identificar este trastorno:
  • Inexplicables pérdidas o aumentos de peso.
  • Distorsión de la imagen corporal y miedo a aumentar de peso.
  • Aislamiento social.
  • Evitar los festejos con comida.
  • Amenorrea.
  • Disconforme a inyectarse insulina delante de otras personas.
  • Preocupación excesiva por la imagen corporal y la alimentación. 
  •  Daños en el riñón.
  • Daños en la retina.
  • Pie de diabético.

La Megarexia, también conocida como el trastorno opuesto a la anorexia, hace referencia a un desorden del comportamiento alimentario consistente en que la persona presenta un nivel de obesidad (con sobrepeso u obesidad) pero no es capaz de verlo y asumirlo. Una consecuencia directa de la distorsión de su propia imagen es el aumento de peso y la malnutrición. Suelen considerar que el exceso de peso es sinónimo de fuerza y vitalidad.
Es posible que personas con sobrepeso sean megaréxicos no diagnosticados, aumentando la probabilidad de ser obesos si no trabajan en su problema y crean hábitos de vida saludable.
Son diversos los síntomas que pueden ayudarnos a identificar este trastorno:
  • Tener obesidad y no aceptarlo.
  • No considerar que su peso es un problema de salud.
  • Malnutrición.

La ortorexia hace referencia al comportamiento obsesivo por la alimentación sana, llegando a entrañar problemas para la salud. La ortorexia se define como la obsesión patológica por consumir sólo comida de cierto tipo: orgánica, vegetal, sin conservantes, sin grasas, sin carnes, o sólo frutas, o sólo alimentos crudos. La forma de preparación, y los utensilios empleados también son parte del ritual obsesivo. Los pacientes suelen ser tan estrictos que incluso se sienten culpables cuando lo incumplen y se castigan con dietas y ayunos aún más rígidos.
 Son diversos los síntomas que pueden ayudarnos a identificar:
  • Obsesión por comer alimentos sanos (naturales). 
  • Excluir de la alimentación carne, grasas y alimentos tratados con herbicidas o pesticidas.
  • Pueden presentar carencias nutricionales.
  • Nunca se saltan su dieta, ni siquiera en ocasiones especiales.

 Las personas que han sufrido anorexia tienen predisposición a padecer ortorexia. 

"Todos nos preocupamos por comer alimentos sanos, pero cuando ese comportamiento normal pasa a convertirse en una obsesión que entrañe peligros para la salud ya pasa a calificarse como ortorexia" Zamarrón.


La potomanía o polidipsia psicogénica es un trastorno alimentario caracterizado por el deseo de beber grandes cantidades de líquido, generalmente agua, de manera compulsiva y sin que exista una sensación previa de sed, proporcionando a la persona una sensación placentera.
Beber más de dos o tres litros de agua diarios deja de ser beneficioso para el organismo y resulta nocivo para la salud, las personas diagnosticadas de potomanía pueden llegar a ingerir incluso 8 litros o más.

La Drunkorexia consiste en dejar de comer para poder beber alcohol sin que se pueda subir de peso. Esta enfermedad mezcla la anorexia y el alcoholismo, la persona reemplaza los alimentos por bebidas alcohólicas. Se une por tanto la obsesión por estar delgado con la aceptación social del consumo de alcohol.

Son diversos los síntomas que pueden ayudarnos a identificar:

·         Carácter agresivo.
·         Evitar los festejos con comida.
·         Bajada de peso importante en poco tiempo.
·         Obsesión con el peso.
·         Deterioro físico.
·         Necesidad del consumo de alcohol para relajarse, divertirse.

La vigorexia también llamada dismorfia muscular es un trastorno caracterizado por la constante preocupación por parecer demasiado pequeños y débiles, se obsesionan con sus imperfecciones, y distorsionan su propia imagen corporal.

Son diversos los síntomas que pueden ayudarnos a identificar:

  • Mirarse constantemente en el espejo.
  • Sentirse enclenques.
  • Invertir todas las horas posibles en hacer deportes para aumentar la musculatura.
  • Pesarse varias veces al día.
  • Hacer comparaciones con otras personas que hacen culturismo.
  • Sentimiento de fracaso.
  •  Abandonar sus actividades por acudir al gimnasio o hacer deporte.
  • Dietas bajas en grasas y ricas en hidratos de carbono y proteínas.
  • Uso de sustancias como hormonas y anabolizantes esteroides.


Todos los trastornos de la conducta alimentaria tienen tratamiento y deben ser tratados de manera multidisciplinar, ya que se ven alteradas tanto las dimensiones físicas como las psicológicas. Por tanto todas deben de ser tratadas para la correcta evolución. El tratamiento debe realizarse no sólo con el paciente sino también con la familia enseñándoles a gestionar sus emociones y educándoles en lo que es una alimentación adecuada y sus pautas.