Todos hemos oído o incluso utilizado alguna vez el termino hipocondría: “uf, si yo te contara mi tío es hipocondriaco” pero, ¿tenemos claro a qué
síntomas hace referencia está palabra?
- Síntomas físicos, desproporcionados y sin base orgánica.
- Miedo a la enfermedad o convicción de padecerla.
- Preocupación por el cuerpo (obsesión con los síntomas, sensaciones corporales, etc.).
- Insistente búsqueda de opiniones médicas o expertas (médicos, internet, grupos especializados).
- Insatisfacción del apoyo médico (desconfianza, es habitual que éstas personas piensen que el médico ha equivocado el diagnostico, que no es profesional, que su enfermedad no es diagnosticable).
- Afectación significativa en el ámbito social, laboral y familiar.
La hipocondría consiste en una preocupación excesiva y ansiosa por la
propia salud, que interfiere de forma significativa en la vida socio laboral de
la persona que la sufre y se basa en una
mala interpretación de los signos y sensaciones corporales (Avia,1993)
Debemos acudir a un psicólogo, en busca de orientación profesional:
- Cuando la preocupación afecta al funcionamiento general del individuo.
- Se muestren conductas desadaptativas.
- Se dan conductas que interfieren con su normal funcionamiento.
La realidad nos indica que la sintomatología no es fingida, no se
produce de forma intencionada ni acompaña a un suceso determinado como podría
ser un ataque de ansiedad.
Las personas que sufren hipocondría
pueden presentar nosofilia, es decir están continuamente sumidos en su
sufrimiento, centrado en sus males y se oponen a solucionar dichos males.
Uno de los problemas para diagnosticar este trastorno es que las
personas que lo sufren no acuden al psicólogo sino al médico, por tanto debería
ser él quien lo derive, ya que ante la afirmación del médico comunicándole que
puede sufrir hipocondría el paciente tiende a pensar que el médico no sabe o no
le quiere ayudar.
¿Cuándo deberíamos acudir al psicólogo? Cuando esta conducta se convierte
en un problema porque la preocupación o
el miedo llega a niveles que afectan al funcionamiento general de la persona, incluso llegando a generarse conductas desadaptativas.
Es importante no confundir hipocondría con nosofobia o fobia a las
enfermedades, y dementrofobia o fobia a los trastornos mentales. La principal
diferencia es que en la primera el sujeto está convencido de padecer una
enfermedad y en la nosofobia lo que se manifiesta es miedo a llegar a
padecerla.